La fe no es algo de un solo momento, sino que forma parte de nuestro día a día. Nuestras acciones y decisiones revelan en qué o en quién hemos puesto nuestra fe.
Cuando recibimos a Jesús como Señor de nuestras vidas no recibimos solamente la certeza de que estaremos con él por la eternidad. En la Biblia encontramos muchas promesas que nos inspiran en nuestro andar diario. Veamos algunas de las bendiciones que recibimos como resultado de nuestra fe.
1. Perdón y vida
Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.
(Colosenses 2:13b-14)
2. Cristo en nosotros
Para que por fe Cristo habite en sus corazones.
(Efesios 3:17a)
3. Una visión diferente
Vivimos por fe, no por vista.
(2 Corintios 5:7)
4. Adopción
Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.
(Gálatas 3:26-27)
5. Victoria
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
(1 Juan 5:4)
6. Vida eterna
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
(Juan 3:16)
7. Oraciones contestadas
Les aseguro que, si tienen fe y no dudan —les respondió Jesús—, (...) podrán decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará. Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
(Mateo 21:21-22)
8. Sanidad
¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y, si ha pecado, su pecado se le perdonará.
(Santiago 5:14-15)
9. Paz con Dios
En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
(Romanos 5:1)
10. Premio al final
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida.
(2 Timoteo 4:7-8)