Arrepentirse es, sin dudas, uno de los actos de mayor humildad y bondad que puede tener un ser humano.
El acto de arrepentirse es sin lugar a dudas un acto que nos define como personas. Nos permite escoger cambiar, vivir de forma diferente, y abrimos la puerta para recibir el perdón de Dios.
Con la ayuda de Dios el arrepentimiento es el comienzo de una vida nueva y maravillosa. Veamos cuatro versículos que pueden ayudarnos a entender cuán importante es arrepentirnos de nuestros pecados y recibir a Jesús como Señor y Salvador.
“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32).
“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15; comparar con Mateo 4:17).
Jesús enseñó que lo más importante para nosotros debe ser entrar en el Reino de Dios (Mateo 6:33). Desde el principio de su ministerio hizo énfasis en que el arrepentimiento es indispensable para alcanzar esta meta.
“Y les dijo . . . era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos . . . Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:44-47).
Las Escrituras muestran que desde el principio Dios ha enviado a sus siervos con el mismo mensaje: “Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ezequiel 18:30-31).
¡La vida eterna en el Reino de Dios sólo está disponible para aquellos que se arrepientan de sus pecados! No hay excepciones, porque “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).